Juan Grabois bautizó “Proyecto Karina” a un impuesto permanente a la riqueza que, en su versión más alta, aplicaría una alícuota del 3% y toma con ironía el “meme del tres por ciento” que estalló alrededor de la figura de Karina Milei. El dirigente lo contó en Radio con Vos y lo presentó como una versión fija del aporte extraordinario a grandes fortunas que impulsó el kirchnerismo en pandemia.
El esquema que trabaja sugiere tres tramos: 3% para patrimonios declarados mayores a US$10 millones, 2% hasta US$5 millones y 1% hasta US$2,5 millones. Por debajo de esos umbrales —dice el dirigente de la UTEP— quedaría el 99,5% de los argentinos, que no lo pagaría. Además, propone una comisión de trazabilidad y la asignación transparente de lo recaudado a educación, salud infantil y urbanización de barrios, con soporte tecnológico tipo blockchain.
El nombre elegido busca capitalizar el clima de época: el “3%” se volvió símbolo viral tras audios que la Justicia analiza y que, de confirmarse, comprometerían a la Secretaría General de la Presidencia. Grabois juega ahí una carta de campaña que mezcla recaudación, ética pública y timing. Aunque la ley no salga, su propia misión lastima al karinismo y al propio Milei.
Si bien el tercer candidato a diputado nacional ya ha dado a conocer muchas propuestas en su libro Argentina Humana, el “proyecto Karina” es el primero que anuncia en campaña.
El anclaje técnico agrega una capa discursiva: “trazabilidad 100% inviolable” para mostrar destino del dinero y blindar el mensaje contra la objeción habitual de “nuevo impuesto = nueva caja”. Para un electorado fatigado de promesas, la promesa de ver dónde va cada peso puede valer más que una arenga
La comparación con el aporte de 2020 es deliberada: aquel, impulsado por Máximo Kirchner y Carlos Heller, fue extraordinario y por única vez; este nace como régimen permanente, con escalas explícitas y foco en muy altos patrimonios. El contraste permite a Grabois diferenciarse del oficialismo de entonces sin renegar del antecedente.
Políticamente, el movimiento polariza con Karina y, por elevación, con Milei, al tiempo que reubica a Grabois en el centro de la conversación económica con una consigna fácil de recordar y discutir, mas allá de la resistencia empresaria, cuestionamientos de constitucionalidad y la aritmética de los votos en el Congreso. Pero, por ahora, la disputa es cultural: quién se queda con el sentido del 3%