Provincias Unidas (PU) ya eligió la foto y la cancha: seis gobernadores, bandera federal y una campaña coordinada que esta semana tuvo otra escala en Puerto Madryn. El núcleo duro es conocido —Llaryora, Pullaro, Valdés, Torres, Sadir y Vidal— y el mensaje también: “somos la alternativa al péndulo Cristina/Karina, con equilibrio fiscal y producción”. Tienen territorialidad real en seis provincias, pero el talón de Aquiles sigue siendo el AMBA (PBA y CABA), donde se define cualquier intento de “tercer tercio”.
En el plano programático, PU se dio un libreto propio con los “Diez Mandamientos” (obra pública, educación, salud, empleo formal, federalismo), un gesto de pasar del armado a una oferta más concreta. Ese documento existe y sus voceros lo usan para diferenciarse del mileísmo y del peronismo K. De tránsito del armado electoral a un “programa opositor” que todos los gobernadores sostendrán en spots y recorridas.
Los supuestos electorales aparecen donde más duele: Provincia de Buenos Aires. Ahí PU movió a Florencio Randazzo, que nunca superó el 10%, como cabeza de lista a Diputados y empezó a sumar sellos y dirigentes, pero sigue corriendo detrás de estructuras mucho más aceitad as (Fuerza Patria, gobierno provincial y LLA, gobierno nacional). Randazzo y parte de su armado advierten que la marca “PU” convive con siglas locales y eso complica el posicionamiento. Hacer pie en PBA es condición necesaria para cualquier aspiración nacional, dos años más tarde. En Buenos Aires necesitarían al menos un 12% ó 15% de los votos como para golpearse el pecho.
La gira patagónica refuerza el argumento de base: federalismo productivo y “que el interior pese en el Congreso”. En Puerto Madryn, Pullaro y Llaryora volvieron a despegarse de la polarización y hablaron de empleo, industria y campo, mientras Torres, un PRO que no se pintó de violeta, oficia de anfitrión con foto de gobernadores que le habla a su audiencia natural: provincias exportadoras, pymes industriales y votantes cansados de la pelea eterna. El tono es inequívoco: tercera vía con gobernabilidad.
¿Por qué la obsesión con “los tres tercios”? Porque se parte de una base en la que Fuerza Patria y la Libertad Avanza van a sacar más de un 30% de los votos y no le queda mucho margen a Provincias Unidas para ganar electorado.
El miedo que tienen en PU es poder garantizar votos en sus provincias pero le falta un ancla metropolitana y en el interior bonaerense que convierta su discurso en votos.
¿Qué sería “éxito” para PU en esta legislativa? Un piso nacional del 20%. Menos que eso los deja como liga de gobernadores con buena prensa pero sin volumen para definir leyes; desde el 20% para arriba ya compiten por segundas bancas en PBA y meten bloques propios con poder de negociación. Ese umbral, además, recrea —aunque sea en miniatura— la lógica de tres tercios que pretenden reinstalar. Abajo de ese número, la avenida del medio vuelve a ser una callecita.
PU intenta no convertirse en un “Somos” 2.0 y, para eso, se dio reglas y programa. La pregunta que importa el 27/10 no es si la foto salió prolija, sino si la boleta sumó 20 puntos nacionales y, sobre todo, cuánto clavó en Buenos Aires. Si el número arranca con “2”, habrá avenida; si no, seguirá siendo un boulevard lindo en la Patagonia y el Litoral.