ni con la ayuda de scott bessent pueden frenar al dólar

En el gobierno ya se resignan a que van a llegar al domingo electoral con los dólares cerca de los 1.600

Pasó otra semana de “operativo sugar baby” y, sorpresa, el billete siguió con hambre. Con compras de pesos made in Washington en el spot y en el Blue Chip Swap, más promesas de “facility” por USD 20.000 millones, la suba apenas bostezó y siguió. El balance del viernes 17: financieros arriba de $1.500 y minorista y blue tonteando en la misma zona. Si la idea era frenar la palabra “dólar” hasta después del 26-O pero no funcionó.

El guion ya se sabe de memoria. Scott Bessent confirmó otra intervención y dijo que el Tesoro de EE.UU. “compró pesos” tanto en el CCL como en el spot, que apenas le puso techo por un rato.

Christian Buteler lo sintetiza sin vueltas: aun con la mano norteamericana, la demanda no cede y las cotizaciones rompieron los $1.500, con mercado mirando de reojo el fin de semana largo de encuestas, rumores y futuros. ¿Motivo? Cobertura preelectoral, pesos liberados por licitaciones flacas como la de ayer y la percepción de que la banda cambiaria quedó barata frente a la película que viene. La pregunta no es si intervienen; es cuánto alcanza.

Tercera intervención en dos semanas por más de 600 millones de dólares (9/10, 15/10 y 16/10) y el mercado local, voraz, corriendo al mismísimo Tesoro de EE.UU. Resultado visible: peso débil, bonos en rojo y acciones bajando, pese a los hilos heroicos y las promesas XXL.

Para más datos y menos mística, Reuters anotó que tras las compras de pesos los NDF (futuros sin entrega) igual pricean más devaluación, con proyecciones de corto y tres meses que coquetean con el “handle” de $1.600. O sea, la pantalla dice $1.490–$1.510 hoy y los derivados te guiñan el 1,600 para el domingo y los días siguientes. Nadie lo grita, pero todos lo miran. y el gobierno lo sabe

El manual político agrega condimento: Trump bendijo a Milei con una condicional. La ayuda (swap por USD 20.000 millones + “facility” privada por otros USD 20.000) quedó atada a cómo le vaya al oficialismo el 26 de octubre. Eso no solo enfría a los bonos: también agrega premio por riesgo en los dólares financieros. Si la foto del domingo sale movida, la mano compradora de afuera se vuelve tímida.

¿Y por qué “cerca de 1.600”? Con CCL/MEP arriba de $1.500, mayorista apurado y minorista/blue pegados, basta un par de ruedas finitas para tocar ese número en alguna punta. Si justo hay ruido de encuestas, más pesos sueltos y menos voluntarios para vender, ya sabés el final. Hoy los financieros superaron $1.500, falta una semana y todos sabemos que después de las elecciones hay correción cambiaria. «De ahí al $1,600 no hay adivinación, hay inercia», dicen en el mercado.

La ironía final es cruel: con todo el “whatever it takes” importado por Bessent, el dólar se volvió termómetro electoral. Si el 26-O trae alivio, bajará la fiebre por horas; si no, pedirá ibuprofeno de 600. Por eso, en pasillos oficiales ya se resignan: llegar con el billete “cerca de 1.600” no es un fracaso, es la vara. Algunos se conforman: «Sin Bessent hoy estábamos en 2.000»

Y mientras discutimos si es 1,570, 1,590 o “no, tranquilos, cierra a 1,550”, una verdad incómoda permanece: sin reservas propias, sin ancla fiscal creíble y con política condicionada desde afuera, cada compra de pesos es un caramelo. Rico, sí. Nutritivo, no. El domingo se miden votos; el lunes, cuánto azúcar quedó en sangre.

Leandro Retta