Cómoda con el Gordo Dan, Patricia Bullrich dijo que «el feminismo pisoteó a los hombres» y que por eso hay femicidios. Sí, leyó bien: la ministra de Seguridad—y candidata—eligió un streaming libertario donde jugó bien de local para explicar la ola de crímenes como “efecto rebote” del empoderamiento de las mujeres. “Si estás empoderada y sos capaz de pisotear a cualquiera… finalmente lo que termina pasando es que te viene en contra”, dijo, como quien comenta el clima.
La escena fue en el programa del funcionario nacional Daniel Parisini, conocido como el Gordo Dan, en el canal Carajo: el set perfecto para un experimento social donde la víctima resulta ser responsable de su propia agresión. Bullrich remató con que el “desequilibrio” del “feminismo extremo” “lleva a situaciones” de violencia. Traducido al castellano llano: si las mujeres levantan la voz, los femicidas se “sienten pisoteados”. Una tesis que no resiste ni un folleto de ESI, pero sirve para contentar a la platea machista como la de Varones Unidos.
En el país real, la estadística es otra: octubre acumula una seguidilla luctuosa y los registros de femicidios en pocos días encendieron alarmas. Y mientras el Estado debería reforzar prevención, refugios y justicia, su principal vocera en seguridad ensaya sociología de sobremesa culpando al movimiento que hizo visibles las violencias. Cronistas de todo el país levantaron la frase; no fue “sacado de contexto”, fue dicho y repetido.
El truco retórico no es nuevo: cuando faltan políticas, sobran chivos expiatorios. Si hay femicidios, la culpa es del feminismo; si hay protesta, la culpa es de los “agitadores”; si hay pobreza, la culpa es de los pobres. Un loop perfecto para no hablar de dispositivos electrónicos de control, equipos especializados, o presupuesto para acompañamiento. Porque eso cuesta más que reprimir y estigmatizar.
Y como todo guion necesita un cameo empresarial, vuelve a escena Lácteos Vidal. Esta semana hubo avances y choques: Página/12 ató a Bullrich con la trama de “Fred” Machado y la láctea; Tiempo Argentino contó que ya hay tres pedidos judiciales para investigar el nexo; y El Destape mostró registros electorales que contradicen las desmentidas. La Nación, por su parte, difundió la versión de la empresa: niegan aportes y vínculo con Machado, que figuran en la causa de EEUU. Mientras tanto, toma nota.
Lo curioso—por llamarlo amable—es la coherencia del ecosistema: la ministra que explica femicidios culpando al feminismo comparte ring con un oficialismo que blindó megáfonos misóginos y habilitó, con su “batalla cultural”, a movidas anti-derechos. O sea: primero te dicen que exagerás, después te quitan recursos, luego te culpan por la violencia que no previnieron.
Mientras tanto, el país sigue buscando nombres, responsables y políticas. La evidencia internacional coincide en que los femicidios bajan con prevención, protección y sanción efectivas—no con catecismos anti-feministas ni sermones de “no provoques”. El resto es ruido para la tribuna que no sería tan grave sino re-victimizara a las familias de las mujeres asesinadas.
Así que sí: cómoda con el Gordo Dan, Bullrich encontró culpables donde había víctimas. La buena noticia es que hay memoria y archivos; la mala, que también hay micrófonos. Porque culpar al feminismo es fácil; rendir cuentas sobre financistas y políticas, un poco menos.