Vino el banco y, como en las películas, pidió ver al jefe. Jamie Dimon, CEO global, aterrizó en Buenos Aires para el cónclave de JP Morgan con Milei y Caputo, justo antes de votar. La previa quedó registrada por Reuters y por una procesión de medios locales: objetivo, foto con el Presidente, repaso de “apoyo privado” y charla sobre qué más hace falta para que los dólares de Wall Street no se asusten con la situación argentina. El timing no es inocente ni tímido; es de manual colonialista.
La postal se completa con el ascenso express de Pablo Quirno (un ex JP Morgan por 17 años) a la Cancillería, presentado por el oficialismo como “continuidad” y por el ecosistema financiero como “volver a casa, pero con rango de ministro”. Si había alguna duda de que la geopolítica y la mesa de dinero se dan la mano, ahí está el gobierno libertario para hacerlo obvio.
Ahora, el álbum completo. Luis “Toto” Caputo, ministro de Economía, hizo carrera como trader en JP Morgan antes de su era Deutsche/Macri/BCRA. Su número dos conceptual, Santiago Bausili, hoy manda en el Banco Central y pasó once años en JP Morgan antes del tour Deutsche–Tesoro. En el Central también está Vladimir Werning, durante dos décadas cerebro de research para la región en el JP Morgan. Si el Banco Central fuese un bar, la barra la atiende la vieja mesa de JP, que no es la Juventud Peronista.
Suma y sigue. José Luis Daza, hoy pieza fuerte de política económica, arrancó su carrera de Wall Street liderando el equipo de mercados emergentes de JP Morgan en los 90, antes de su escala en Deutsche y su sociedad con Demian Reidel. A Daza lo trajeron para hablar en idioma inversor sin subtítulos. Y sí, Quirno —nuevo canciller— no es sólo “de Caputo”: también es de JP Morgan (M&A para Latinoamérica) antes de fundar y vender su gestora en EE.UU.
El Banco Central de la República Argentina que Milei prometió quemar tampoco quedó libre de la influencia del banco internacional. Nicolás Marcelo Ferro (BCRA – vicesuperintendente/director) desempeñó varios roles para J.P. Morgan, donde fue responsable de la Banca Transaccional para América Latina. También Sebastián Sánchez Sarmiento (BCRA – director) fue vicepresidente de Capital Markets de Renta Fija para Latinoamérica en J.P. Morgan Securities Inc., dedicado a estructuración y emisiones de deuda.
¿Y por qué justo ahora? Porque Jaime Dimon está en Buenos Aires con su Consejo Internacional, Milei y Caputo lo ven entre reuniones y los mismos medios que anuncian “oportunidades” bursátiles te cuentan que el banco evalúa sumarse al paquete privado que Washington empuja como segunda pata del swap. En castellano de sobremesa: si el puente financiero existe, JP Morgan quiere cobrar peaje… y elegir la playlist.
Detalle jugoso: la designación de Quirno como canciller fue leída como “señal” directa a los bancos. No es sólo un diplomático promercado; es un ex colega. En la diplomacia clásica te abrían puertas por hablar francés; en la nueva, por hablar Bloomberg Terminal.
El inventario, entonces, queda así, en prosa y con moño. Economía: Caputo (ex JP). Banco Central: Bausili (11 años JP) y Werning (20 años JP). Política económica: Daza (ex JP, ex Deutsche, hoy viceministro de facto). Cancillería: Quirno (17 años JP). Y, orbitando, Demian Reidel —viejo socio de Daza—, hoy en el mundo nuclear pero ex Morgan también, porque todo círculo es más círculo con un Morgan en la biografía. Finalmente, los dos directores del BCRA Nicolás Ferro y Sebastián Sánchez Sarmiento también ocuparon lugares en el banco con nombre de pirata. No es conspiración; es reclutamiento de origen y dependencia absoluta del mundo financiero, que siempre redunda en desmedro del sector productivo. Recordemos que el JP Morgan es el que define el tan temido Riesgo País.
Que no se malentienda: ningún CV de JP Morgan te convierte en villano por default. Pero si el CEO está en la city, el ministro es ex mesa de JP, el BCRA lo dirigen ex JP, el vice del BCRA fue JP y el canciller es ex JP, estamos más cerca de “Todos los hombres del Presidente” versión JP Morgan que de un gabinete nacional y popular. A dos días de votar, el banco más grande de Wall Street se saca la foto con el gobierno que promete independencia… del “establishment”. El establishment, agradecido y sobre todo los funcionarios, que cuando el experimento libertario explote ya tendrán trabajo asegurado.

