Milei ganó las elecciones 2025

La Libertad Avanza: la victoria y después

Ganaron y el mercado respiró hondo (y barato). Con el dólar financiero bajando en la apertura post comicios y el oficial con la cara planchada de siempre, la foto parece de luna de miel. Pero hasta las lunas de miel tienen fecha de vencimiento. ¿Qué viene ahora? Si uno toma en serio a Scott Bessent (el secretario del Tesoro de EE.UU.), lo primero es obvio: entraron comprando pesos vía “Blue Chip Swap” (o sea, CCL) y contado, y firmaron un swap por USD 20.000 millones con el BCRA. Si mañana quisieran “cerrar la posición” y volver a dólares afuera, usarían el mismo CCL. Más demanda es más presión alcista sobre el CCL. No hay magia, hay micro.

Siempre dijimos lo mismo: este sistema es inviable porque requiere una cantidad de dólares que es imposible de conseguir al menos sin exportaciones genuinas que estamos muy lejos de conseguir.

Es tentador pensar que, con el dólar hoy “barato”, el Tesoro norteamericano y los grandes bancos hagan toma de ganancias. Algunos bancos ya habían advertido antes de la elección que, si el oficialismo tropezaba, venía sacudón; si ganaba, habría rally y después la realidad. Traducción al criollo: la ayuda de EE.UU. “compra tiempo”, no fundamentos. La intervención norteamericana fue extraordinaria y política, y el paquete (pesos + swap) estabiliza… hasta que dejen de estabilizar un mercado de pesos que no agota su búsqueda de dólares.

Mientras tanto, el “día después” regaló euforia. Desplome del dólar al público y caída de los financieros: CCL y MEP a la baja tras el festejo, con Nación marcando mínimos intradía. Nada que sorprenda: elecciones favorables más señal de respaldo de Washington son traders cerrando coberturas. Pero esas mismas coberturas, si los grandes deciden salir a USD cable, vuelven como boomerang. Hoy aplauden, mañana preguntan “¿a qué precio me vendés?”

¿Qué pasa con el oficial? Distinto deporte. El MULC va a la velocidad que el BCRA quiera. Aun así, la brecha manda la película: si el CCL se recalienta por salidas privadas (o públicas), la brecha se abre y los precios miran el techo, no el piso. Los analistas ya vienen diciendo que, terminado el examen de medio término, la banda cambiaria “actual” es difícil de sostener y que lo probable es un ajuste del régimen: más amplitud o un paso a un crawling más rápido. En buen romance: cierta devaluación “administrada” para alinearse con los precios de equilibrio y no gastar divisas, que se necesitan para evitar el defult.

¿Y si Estados Unidos “se va”? Primero: no es blanco o negro. Pueden dosificar: menos intervención directa, más swap y empuje a que fondos privados tomen la posta (se habló de un “segundo paquete” con plata de bancos y fondos). Segundo: cada vez que se corran, el mercado va a testear el tipo de cambio financiero. Tercero: los NDFs (los futuros en dólares) ya venían descontando pesos más flojos a 1–3 meses; si cambia el humor, se va a ver rápido ahí y en la brecha.

La pregunta que nadie contesta en voz alta: ¿cuánto dura la calma? Nuestra apuesta editorial no es épica: un puñado de semanas. Si el Gobierno evita errores no forzados (spoilers, anuncios grandilocuentes sin caja, peleas internas), puede estirar la pax hasta que entre algo de plata fresca y se ordene la curva de pesos. Si vuelven los tropiezos, se acorta. El manual de los gobiernos de derecha está escrito desde hace décadas: la política manda, la plata acompaña… hasta que deja de acompañar

¿Y “después de que cobren”? El libreto conocido: si quieren juntar dólares para evitar dolores de cabeza de deuda (fin de año + 2026), el camino rápido es abaratar costos en pesos. Eso, en castellano, huele a devaluación más rápida o a mover la banda. No hablamos de un salto ciego mañana a la mañana; hablamos de un ajuste administrado que el mercado ya viene masticando como “probable” post elección. Si lo hacen con timing y caja, calma. Si lo hacen a los ponchazos, ruido.

La parte geopolítica no es decorado. EE.UU. no ocultó que su intervención también es política: respaldar a un aliado que prometió reformas. Eso da piso hoy… y condiciona mañana. En el mejor de los casos, tendremos un serrucho: Tesoro entra cuando calienta, sale cuando enfría, fondos privados olfatean carry, y el oficial va atrás, administrando. En el peor, se sincronizan ventas y titulares, y el CCL nos recuerda que la física existe.

Cierre con cuchillo sin filo: La Libertad Avanza ganó y compró tiempo. Tiempo para roll-over de pesos caros, para negociar “repos”, para perfilar vencimientos y no pellizcar reservas. Pero el reloj corre. Si Bessent y compañía no quieren perder ni medio dólar repatrian algo de la ganancia, lo van a hacer por CCL, y eso empuja. Si el BCRA quiere que no duela, tendrá que acomodar el oficial sin prometer milagros. Y si el Gobierno quiere que el veranito dure más que un par de tapas, tendrá que hacer menos anuncios y más números. El mercado no vota, pero pasa factura. Y la factura, ya sabemos, siempre viene en dólares.

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Leandro Retta