el jp morgan y su índice son vitales para caputo

¿Por qué es tan importante para el gobierno el Riesgo País?

La versión corta es porque el plan es simple como una mesa de blackjack: pagar deuda con deuda. Y para que el crupier te extienda otra ficha, primero tenés que demostrar que no vas a patear la mesa. En jerga fina, el riesgo país (EMBI de J.P. Morgan) es el spread que Argentina paga por encima del Tesoro de EE. UU.: si el Treasury rinde 4% y tu spread es 500 puntos básicos, tu “piso” ronda 9%. Con 800–1.000 pb, el piso te queda en “mejor lo hablamos otro día”. Eso es el termómetro que los acreedores miran para decidir si te prestan (y a cuánto).

Ahora bien, Caputo (ex JP Morgan, los que sacan el índice, como medio gabinete financiero) y compañía sueñan con un número mágico que nunca estuvo tan cerca: 500–550 pb. Debajo de esa barrera, el gobierno imagina la escena ideal: salir al mercado, rollear capital (refinanciar vencimientos) y no quemar reservas. Esta fantasía no la inventamos nosotros. La repitieron medios y mesas en base a declaraciones del propio ministro (“con ~500 puntos volvemos a emitir a una tasa razonable”). ¿Por qué tanta fe? Porque con riesgo país comprimido, la tasa final de la nueva deuda se vuelve “defendible” y podés usar deuda nueva para pagar deuda vieja sin ir a llorar dólares al BCRA.

Pongámosle color. El Riesgo País es al gobierno lo que el límite de la tarjeta es al timbero que promete “la última mano y nos vamos”. Si el límite baja, no hay más fichas; si el límite sube, una vueltita más no hace daño (hasta que hace). Por eso cuando el EMBI se comprime, Wall Street aplaude, suben los bonos y algún funcionario practica en el espejo: “esta semana salimos con una colocación chiquita, de calentamiento”. Cada punto menos en el spread es una excusa más para pagar con tarjeta, saltando de deuda en deuda como las lianas de Tarzán.


Esto no pasa en el vacío. En 2025 tuvimos días con EMBI rompiendo soportes (primero 1.000, después 600), con crónicas internacionales explicando que el mercado “ve” chance de vuelta a los mercados si se sostiene la baja. En paralelo, el gobierno tantea backstops (FMI y multilaterales) para que el show no dependa solo del aplauso privado. Porque si el spread sube de nuevo, ese “rollover elegante” se transforma en karaoke desafinado: tasa prohibitiva, demanda selectiva, plazos cortos.

¿Y qué es exactamente ese bendito EMBI? Una canasta de bonos soberanos en dólares donde J.P. Morgan calcula el diferencial contra los Treasuries. Lo importante: es un proxy de “probabilidad de default” percibida. Si mejora tu perfil (político, fiscal, externo), la prima baja; si huele a incendio, sube. Nota al margen que condimenta el chiste: en octubre, J.P. Morgan sacó a Argentina del índice EMBI+ (el más estricto) y lo pasó a mirar el EMBI Global Diversified, que actualiza distinto. Es decir, hasta la cinta métrica cambió; la obsesión, no.

Volvamos al plan casino. Si <500 pb, Caputo pide la mano: “colocación chica, legislación NY, cupón alto pero digerible, algo de ‘sweeteners’ si hace falta… y rollear 2025/26 sin tocar reservas”. Habrá comisiones y esas nimiedades así como un especialista recomendado dispuesto a cobrarla. Si el spread salta a 700–800, la mesa se enfría; si >1.000, el garito cierra para vos (regla de pulgar que hasta los papers de FMI usan: arriba de 1.000 pb, el acceso se evapora)

¿Y las reservas? Son las fichas que no querés usar si tu apuesta es sobrevivir hasta que el mercado te crea. Mientras discutís con el FMI un salvavidas (sí, hubo semanas donde se habló de US$20.000 millones), cada dólar que rolleás es un dólar que no sale del BCRA. Por eso el riesgo país no es un numerito simpático: es la puerta giratoria entre “pago con caja” y “pago con promesa”. Y en una economía bimonetaria con cosecha corta, pagar con promesa es religión.

Dato nerd que arruina la épica: el spread no baja solo con discursos. Los inversores están mirando tres cosas: (1) si el tipo de cambio deja de estar desalineado (porque un peso sobreapreciado te parte la cuenta corriente), (2) si de verdad acumulás FX y (3) si la política no te voltea las leyes. Es decir, macro + reservas + Congreso. Si una pata tiembla, el EMBI se acuerda de 2018 más rápido de que que a Luis Caputo le gustaría.

¿Entonces el gobierno “la pega” si baja a 500? La baja afloja la soga, no te salva sola. En algún momento necesitás dólares genuinos y no alcanza con los del campo. Podés “volver” con una emisión módica, mostrar precio, atender cupones y patear capital. Pero eso es gestión de calendario, no solución estructural. Si la economía no crece y el régimen cambiario no cierra, el riesgo país te vuelve a subir y el mazo se queda sin cartas. Ahí es cuando los ludópatas dicen que “faltó suerte”. No: faltó plan. Por que esperar siempre a ver a quién le mangueás plata para pagarle al anterior dista mucho de parecer un plan económico estable y eficiente.

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Leandro Retta