Las fotos son de catálogo: Javier Milei en el medio, pulgares para arriba, rodeado de operarios de guardapolvo y cofia en la planta de Newsan en Ushuaia. Un mes más tarde, buena parte de esos trabajadores estaba recibiendo un mensaje de despido. Muchos de los que posaron para la selfie, incluso algunos que lo votaron, hoy están afuera de la fábrica que el Presidente vendió como “modelo productivo”.
La escena fue presentada como postal de la “Argentina productiva” que supuestamente abre el plan libertario: el fundador de Newsan, Rubén Cherñajovsky, y el CEO Luis Galli recibieron a Milei como símbolo de la “nueva etapa del país”. El Presidente recorrió la línea de montaje, habló del “ejemplo” de Tierra del Fuego y ligó el régimen fiscal de la isla con su idea de bajar impuestos y “correr al Estado del medio”. Mientras tanto, afuera, miles de fueguinos se movilizaban contra la motosierra que ya venía bajando aranceles y poniendo en riesgo miles de puestos de trabajo en el polo electrónico.
Adentro de la planta, la foto con el Presidente no se armó sola. Parte del personal aceptó el juego y terminó funcionando como escenografía: aplaudieron, sonrieron, posaron con la bandera de la “industria nacional competitiva” que el gobierno dice defender mientras abre las importaciones de electrónicos y presiona a las fábricas de la isla. No hace falta acusarlos de traidores: alcanza con ver cómo el modelo los usó para lavarse la cara frente a los industriales antes de apretar “enter” en el Excel de los despidos.

Porque después de la visita vino el mazazo. Primero fueron más de 150 operarios metalúrgicos de Newsan notificados sin causa, algunos con más de diez años en la planta y otros de licencia médica o vacaciones. Al poco tiempo se sumó otra tanda de alrededor de 50 personas tercerizadas en limpieza y cocina, hasta completar unos 200 puestos menos. En total, doscientas familias afuera de la “fábrica modelo” exactamente un mes después de que el presidente la usara como fondo de pantalla de su campaña.
Los relatos que aparecen en medios fueguinos y sindicales se parecen: avisos por mensaje, listas cerradas sin explicación, gente que se enteró de un día para el otro, y una frase que se repite entre los despedidos: “muchos compañeros lo votaron”. No es que Milei haya cambiado de idea sobre ellos. Al contrario: hizo exactamente lo que dice su ideología. Usó a los trabajadores como decorado mientras sirvieron para vender “esperanza” y, cuando dejaron de ser funcionales al relato, pasaron a ser un costo más a recortar.
El caso Newsan no flota en el aire. Desde que Milei asumió la presidencia se destruyeron más de 115.000 empleos registrados en el sector privado, según datos oficiales recopilados por distintos informes y notas de divulgación. En paralelo, el único segmento que mostró crecimiento fue el trabajo “independiente” registrado como monotributo, que sumó alrededor de 75.000 personas nuevas en poco más de un año. En criollo: menos laburo en blanco, más gente tirada al rebusque formalizado a medias.
Ahí entra el segundo capítulo de esta historia. El monotributo se sigue vendiendo como salida “emprendedora”, pero en la práctica es el traje que las empresas le ponen a relaciones laborales que deberían estar en blanco. Las plataformas de reparto tipo Pedidos Ya intentaron convencer a la Justicia de que sus repartidores eran “autónomos” que facturaban un servicio, cuando en la realidad la app organiza los horarios, define las zonas y controla cada viaje. Diversos fallos laborales ya reconocieron que esos trabajadores son dependientes y que el uso del monotributo y contratos de locación fue, en los papeles, un mecanismo de fraude para esquivar la Ley de Contrato de Trabajo. Pero son tiempos libertarios por lo que no es de esperar cambios en contra de las empresas.
Lo mismo pasa con miles de empleados “únicos” que facturan todos los meses a la misma empresa como si fueran proveedores múltiples: no eligen el precio, no eligen el horario, no eligen al cliente. Trabajan para un solo patrón, pero ese patrón los obliga a ser monotributistas para no pagar aportes, aguinaldo, vacaciones ni indemnización. Es la forma elegante de blanquear el negro: se imprime una factura y pareciera que hay dos partes libres negociando un contrato, cuando en realidad hay un asalariado camuflado.
El problema no termina ahí. Mientras la crisis empuja gente del empleo registrado al monotributo, el Gobierno negocia con el Fondo Monetario una reforma tributaria que incluye la eliminación o “armonización” del propio régimen simplificado. Documentos filtrados y notas de Página/12, La Nación y otros medios coinciden en que el FMI pidió borrar o transformar el monotributo como condición para futuros desembolsos. Ante el escándalo, Milei habló de “operaciones de delincuentes” y el vocero Manuel Adorni dijo que no se va a eliminar, pero al mismo tiempo admitieron que se estudian cambios profundos al sistema. O sea: primero te empujan al monotributo, después te corren el arco para que te tengas que hacer autónomo o algún nuevo invento que seguramente cumplirá la función de recaudar más a costa de los trabajadores.
Volvamos a Tierra del Fuego. No es la primera vez que el polo electrónico se convierte en laboratorio de la “libertad” de Milei. En mayo el gobierno redujo aranceles externos para la importación de electrónicos, desatando una crisis que obligó a empresas y Estado a firmar un acuerdo antidespidos para que unos 8.000 operarios pudieran volver a sus puestos. La visita a Newsan buscaba mostrar que la tormenta estaba superada, que la “racionalización” había funcionado y que ahora sí venía el tiempo del crecimiento. Un mes después, en la fábrica elegida como escenografía, la motosierra volvió a bajar.
En ese contexto, decir que los trabajadores de Newsan “fueron ilusos” por prestarse a la foto es quedarse corto y pegarles hacia abajo. Lo que muestra esta historia es que un sector de la clase trabajadora creyó que podía convivir con el Milei televisivo que promete “trabajo y bienestar” mientras su equipo redacta reformas laborales, baja aranceles y negocia con el FMI la forma de encarecer aún más la vida de los monotributistas. Los que se equivocaron no son ellos: son las élites económicas que pensaron que podían usar a este gobierno para ajustar salarios sin que se cayera el país encima.
Newsan hoy es la síntesis de un modelo. Un Presidente que aterriza en su avión, se saca la selfie con los laburantes y se va. Una empresa grande que acomoda sus números con despidos masivos. Un Estado que celebra “ejemplos productivos” mientras destruye empleo formal, empuja a la precariedad y después se sienta con el Fondo a discutir cómo cobrarle más impuestos a los que se las rebuscan como pueden. Milei no “traicionó” a los trabajadores de Newsan: hizo lo que dijo que iba a hacer. La pregunta es cuántas fábricas más van a necesitar su foto con el Presidente para entender que, en este modelo, cuando la cámara se apaga, los que quedan en la calle son siempre los mismos.

