lo que los libertarios quieren para después de las elecciones

¿Cómo es la reforma para los trabajadores que preparan Milei y el FMI para después de las elecciones?

Milei ya lo anticipó en San Nicolás: después de las elecciones va por la reforma laboral (y la tributaria). No es un globo de ensayo: lo dijo en una fábrica, con cámaras, y lo replicaron los principales medios. Traducción al criollo: si suman bancas, apretarán el acelerador; si no, lo intentarán por decreto y a tribunales, en un camino mucho más tortuoso.

Primero, lo que ya te cambiaron sin preguntar con a Ley Bases: el período de prueba pasó a 6 meses, y por convenio pueden estirarlo a 8 (empresas de 6 a 100 personas) o 12 meses (microempresas). En ese lapso te pueden echar sin indemnización (sí con aportes y ART). Es la puerta giratoria perfecta: te contratan, te exprimen medio año y chau. Eso no es “modernización”; es abaratar el despido a cielo abierto.

Segundo, activaron el Fondo/Sistema de Cese Laboral para reemplazar la indemnización donde lo pacten los convenios. No es ciencia ficción: la CNV ya reguló Fondos Comunes y fideicomisos específicos para pagar esos “colchones”. ¿Problema? Si el día que te rajan el fondo no alcanza, no hay artículo 245 de la Ley de Contrato de Trabajo (LCT) que te salve: te quedás con lo que junte la vaquita financiera. “Previsibilidad” para la empresa; “esperemos que alcance” para vos. Una malformación del formato UOCRA, como si los albañiles fueran los empleados con la mejor situación del país.

Tercero, apretaron el torniquete disciplinario: cambiaron el art. 242 LCT y pusieron como “grave injuria” la participación activa en bloqueos o tomas. En criollo: más margen para despido con causa en conflictos. Esto se complementó con un DNU que amplió “servicios esenciales” y exigió servicios mínimos del 50–75% en huelga (educación, transporte, telecom, etc.). La Justicia lo frenó de forma cautelar, sí; pero la señal política quedó grabada: quieren la protesta con bozal para recortar salarios y destruir condiciones laborales.

¿Y qué viene ahora? Cirugía sobre los convenios: “productividad”, categorías, horarios, reglas de conflicto. El Presidente lo anunció y sus medios de cabecera lo amplificaron. Con más bancas después de diciembre, la “fase 2” sale con letra chica; con menos, prueban por decreto. De un lado, “flexibilidad”; del otro, más precarización. Elegí el eufemismo que prefieras, el resultado es el mismo.

La música de fondo la pone el FMI (y el coro de la OCDE): ancla fiscal dura, “reformas pro-crecimiento”, “más flexibilidad en el mercado de trabajo” y bajar contribuciones para salarios bajos. No te van a escribir el articulado, pero te marcan la dirección de viaje. ¿Adiviná quién paga la nafta?

“Pero así se crea empleo”, repiten los folletos. Falso por experiencia local: el mayor ciclo reciente de creación de empleo formal fue 2003–2015, sin desregular ni abaratar el despido. Sólo en industria, comercio y servicios privados se sumaron 2,4 millones de puestos registrados (¡+77%!), con 192 mil nuevas empresas en el camino. La fórmula era otra: crecimiento + salario + demanda, no tijera sobre derechos.

Con el combo Milei–FMI, el riesgo es rotación barata: seis a doce meses de prueba, despido exprés, fondo de cese en lugar de indemnización, huelga con corsé y convenios “flexibilizados”. Sumale recesión y tenés la tormenta perfecta: contratos que duran lo que una estación y salarios que no alcanzan ni para el bondi de vuelta. Si encima la macro la siguen “ordenando” con anestesia financiera y no con inversión real, el empleo de calidad queda en Netflix, sección Fantasía.

Lo importante hoy no es la etiqueta (“modernización”, “libertad”, “shock pro empleo”), sino el efecto: menos poder de negociación para el trabajador, menor costo de salida para la empresa y más margen para disciplinar la protesta. Y sí: cada voto que sume Milei hace más probable que eso pase del borrador al Boletín Oficial. No te piden confianza: te piden que seas un número más barato y menos problemático para las empresas.