El veranito del “tuit impreso” ya quedó atrás y la calle se lo recuerda a cada paso a los candidatos del gobierno. Javier Milei y José Luis Espert salieron a pedir el voto en plena crisis y chocaron con la misma pared: poca convocatoria propia, protestas que los desbordan y una economía que no concede ni una foto respirable. Hasta el mapa de medios oficialistas admite el cuadro: Córdoba, plaza clave para Milei, “le falló” con una convocatoria pobre que dejó expuesta la crisis del aparato violeta.
En provincia de Buenos Aires, el panorama no fue mejor. Espert terminó convertido en metáfora: plantó un acto rural en Tres Arroyos —quedó solo Santilli, en una Rural caliente por la medida de “retenciones cero para pocos”— y en otra aparición directamente tuvo que huir en moto cuando se armó el desbande. No es un chiste: el “rescate” lo hizo un motociclista que, después se supo, es un barra con antecedentes. Campaña 2025, edición obstáculos.
La secuencia se repite: actos cancelados o recortados, y cuando no se cancelan, queda la postal incómoda de militancia flaca rodeada por protestas. En Córdoba, varios reportes graficaron el bajón de asistencia frente a 2023; en PBA, la agenda se achica o se muda de sede sobre la hora. El resultado es el mismo: escrache asegurado y una imagen de debilidad en la calle que choca con la épica del “sí, se puede”.
Para maquillar el cuadro, el oficialismo intentó vender multitud por redes y también allí encontró problemas. En Merlo, una foto aérea “repleta” difundida como prueba de fuerza terminó bajo la lupa de medios y analistas por inconsistencias que sugerían retoques digitales. Algo similar pasó en La Paz, Entre Ríos donde se agregaron personas con IA.
A la debilidad de calle se le suma el desgaste de escándalos diarios. Espert —primer candidato en PBA y presidente de la Comisión de Presupuesto— quedó bajo fuego por documentos de una causa en Texas que lo señalan como receptor de USD 200.000 del empresario Fred Machado; el tema escaló al punto de que ya piden su remoción de la presidencia de Presupuesto en Diputados. En paralelo, el propio oficialismo decidió bajar el perfil del candidato y esconderlo de la agenda pública. Una campaña difícil de llevar adelante.
Y todo esto ocurre mientras los mercados volvieron a dar vuelta la muñeca: suben MEP/CCL, caen los bonos y regresa el cepo cruzado. El supuesto alivio por la liquidación “a retenciones cero” se agota esta semana; después, sin esos dólares, la presión cambiaria volverá a mirar al oficial. En campaña, traducido: menos margen para shows de fuerza, más necesidad de blindarse y menos ganas del votante de escuchar promesas.
Conclusión: con poca gente en los actos, escraches que obligan a cancelar o salir por la tangente, sospechas de fotos retocadas y escándalos que pegan debajo de la línea de flotación, todos los indicadores parecen anticipar una pésima elección de La Libertad Avanza en octubre, aunque vivimos en Argentina y el antiperonismo siempre puede dar una sorpresa.