Fracaso libertario en Córdoba

Córdoba dejó de rugir: el “sí se puede” de Milei reunió menos de 3.000 personas y encendió las alarmas

El viernes que debía ser relanzamiento terminó como diagnóstico. Según el propio recuento de cronistas en el Parque Sarmiento, la convocatoria rondó las 3.000 personas, muy por debajo de la épica libertaria y a años luz de las multitudes de 2023 en esa misma ciudad (cierres con 30.000 asistentes). La escena, más tibia que triunfal, expuso la crisis violeta y dejó al oficialismo sin la foto que necesitaba para ordenar su relato de campaña.

En VEM lo habíamos adelantado: Córdoba era prueba de fuego. Milei llegó, habló, se defendió, pero no mostró músculo, ni siquiera con el aparato estatal y la demostración de que recurre a los mismos trucos que la «vieja política». La postal que circuló fue la de un acto chico, sin euforia y con la plana mayor subida al escenario para apuntalarlo. En la comparación con 2023, la desventaja es obvia, más cuando se muestran desde el cielo.

Milei en Cordoba 2025
Milei en 2025 (Foto El Puntal)
cierre campana javier milei cordoba ano 2023
Acto de La Libertad Avanza en 2023

El operativo tenía objetivo doble: blindar al Presidente en su santuario electoral y posicionar a su candidato cordobés. Pero ahí asoma otro flanco débil: La Libertad Avanza compite con un completo desconocido, Gonzalo Roca, que anoche tuvo su primer baño de masividad (aunque Milei no lo haya mencionado ni una vez en todo su discurso) y todavía admite que debe darse a conocer. Enfrente, Provincias Unidas y el peronismo cordobés (la marca de Schiaretti/De la Sota) juegan con nombres instalados y estructura territorial. En esas condiciones, la boleta corta y el arrastre presidencial valen menos.

Según la crónica de Luis Zerraga en Letra P fue un acto sin sorpresas ni mística, con militancia importada de varios puntos, una puesta sonora despareja y una liturgia que apeló más al aguante que a la expansión. La apuesta a reeditar el “¡Sí, se puede!” de Macri como receta de remontada terminó, por ahora, en un eco lejano.

Políticamente, la señal es nítida: si Milei no hace una gran elección en Córdoba, difícilmente remonte Buenos Aires. Con resultados similares a los del 7S, el oficialismo cargaría un lastre superior al millón de votos en PBA, un agujero negro que ni un buen desempeño disperso en el Interior alcanza a compensar.

Además, Córdoba ya no garantiza épica. El propio Presidente admitió el “pánico político” y volvió a cargar contra sus críticos, pero el termómetro del viernes fue frío. Cuando el bastión te falla, la campaña entra en modo contención: cuidar lo propio, evitar errores no forzados y rezar por una foto de volumen antes del 26-O.

Para colmo, la boleta libertaria local depende de un aparato en construcción (Gabriel Bornoroni al timón), mientras los rivales llenan agenda y territorio. En ese marco, el déficit de convocatoria no es un detalle: es un síntoma que pega en encuesta, en fiscalización y en mística, que se encadena con los fiascos de Lomas de Zamora y Moreno en el conurbano bonaerense.

Córdoba dejó de rugir. Donde Milei necesitaba un tsunami, apenas hubo olas cortas. Si esa dinámica no cambia ya, el viernes cordobés habrá sido más que un tropezón: la confirmación de que el león llegó sin garras a su propia cueva.