En Río Negro, el libreto se escribió solo: Aníbal Tortoriello jugó su partido a Diputados con tijera en mano y Lorena Villaverde pagó el costo en el tramo de Senadores. El dato duro: Villaverde sacó cuatro puntos menos que la lista de Diputados de su propia fuerza, un desvío que en una elección pareja se traduce en banca perdida. ¿Beneficiario? Martín Soria, que se quedó con la segunda senaduría.
Los números finales ordenan el cuento. Fuerza Patria se quedó con la segunda banca del Senado (Ana Marks) y LLA con una sola ( la propia Villaverde), pero la diferencia en el renglón de Diputados fue otra: allí LLA ganó el tramo, empujado por la boleta de Tortoriello. En criollo: el mileísmo festejó abajo y sufrió arriba; el peronismo perdió en Diputados pero metió a Marks en el Senado gracias al corte que sangró a Villaverde.
El contexto previo no ayuda a inventar inocencia. La candidatura de Villaverde venía jaqueada por el narcoescándalo (el acta de 2002 reavivó todo) y obligó incluso a Milei a bajar actividades en la provincia. La oposición pidió su remoción y el oficialismo se atrincheró. A ese clima le sumás un aliado local pensando en su propia columna de votos y el resultado es obvio: corte quirúrgico.
No es que la relación fuese una luna de miel. Se había narrado la grieta libertaria rionegrina: Tortoriello con agenda propia y Villaverde eligendo aliados locales a su gusto. En agosto, el “acuerdo” era frágil; en octubre, directamente cada cual atendió su juego. Si el negocio era asegurar la banca de Diputados, cualquier ruido en el Senado pasaba a ser “daño colateral”.
En la noche electoral abundaron los festejos selectivos. Hubo portales locales que mostraron a Villaverde celebrando su ingreso al Senado y, en paralelo, el mapa marcaba la remontada de Soria. La política rionegrina es especialista en paradojas: dos ganadores que se deben la banca mutuamente por haberse quitado votos.
Para el peronismo, la lección es de manual: con un candidato conocido y territorial (Soria) se puede ganar arriba aun perdiendo abajo. Para LLA, el espejo devuelve otra imagen: cuando el brazo local decide que su supervivencia está primero, la marca nacional no siempre ordena. Y si encima la candidata llegó a la recta final corriendo desde la defensiva, el corte deja de ser rumor para convertirse en aritmética.
La explicación técnica es menos glamorosa que el chisme, pero vale: cortar boleta en Senado es barato cuando el candidato a Diputados tracciona fuerte y el de Senado está debilitado por escándalos. El votante “ahorra” un casillero y el sistema proporcional hace el resto. En una provincia de tercios, cuatro puntos no son una anécdota: son una banca.
En el medio queda Weretilneck mirando desde afuera: por primera vez en años, su sello JSRN se quedó sin premio ni en Senado ni en Diputados. Rara avis para un oficialismo que supo mojar siempre. El voto útil polarizado y la crisis libertaria de campaña le cerraron la puerta.

