REforma laboral más leyes de Cristina. Qué genera más empleo

Federico Sturzenegger dice que no se genera empleo formal desde 2015 (el último año de Cristina)

Federico Sturzenegger salió a vender la reforma laboral con una frase redonda: “Argentina hace diez años que no crea empleo formal… algo hay que hacer”. El eslogan está pulido para TV: simple, medible, polémico pero instala que el problema arranca en 2015, justo cuando termina el segundo ciclo kirchnerista. Lo dijo en su ronda de entrevistas del 30 de octubre y lo replicaron todos los portales.

Tomémosle la palabra. Si “no se crea empleo formal desde 2015”, habría sido imposible ver cualquier mejora en la serie de empleo registrado privado en los últimos diez años. Pero los datos cuentan otra historia: hubo un ciclo de 37 meses de crecimiento sostenido del empleo privado que llegó hasta agosto de 2023, antes del parate preelectoral y la caída 2024–25. No es la panacea albertista, pero tampoco la planicie desértica que invoca la consigna.

¿Y la década completa? El explicador de Chequeado resume la foto sin maquillaje: en términos absolutos, el empleo privado registrado aumentó ~123 mil en diez años; si se ajusta por crecimiento poblacional, la tasa per cápita cae. Es decir, hubo creación neta en el numerador y deterioro relativo en el denominador. La frase “no se crea empleo formal” incluye el crecimiento vegetativo en el análisis.

También importa el reparto por gobiernos. En la gestión Macri el empleo asalariado privado cayó: estimaciones basadas en SIPA la ubican en el orden de −200 a −230 mil puestos entre 2015 y 2019. El propio oficialismo de entonces terminó reconociendo la pérdida. Si el reclamo de Sturzenegger quiere ser histórico, su primer contrapeso histórico es su propio período en el Estado.

La película reciente tampoco ayuda a su frase. Entre enero de 2024 y enero de 2025, con el Ministro de la Modernización, se perdieron ~79.800 empleos privados registrados (SIPA), con Buenos Aires explicando casi la mitad. Ese deterioro continúa (con serruchos) durante 2025. O sea: cuando Sturzenegger afirma que “hace diez años no se crea empleo”, el pedazo 2024–25 le pega más a su sala de máquinas que al archivo de 2015.

Hecho el chequeo, pasemos al uso político. La frase sirve para vestir la reforma como única salida y para borrar la heterogeneidad de la década: años de recesión (2018–19), desplome pandémico (2020), recuperación (2021–23) y caída reciente (2024–25). Lo que no puede un eslogan, debería poderlo una ley: atacar la informalidad, mejorar productividad y sostener demanda. Pero en el articulado que circula, las prioridades no van por el lado del salario real ni de la inversión pública anticíclica, sino por banco de horas, vacaciones partidas, IPC+3% para créditos laborales y topes a honorarios, entre otras perlas. Ya lo explicamos en nuestras notas de base.

La aritmética tiene, además, un detalle incómodo para el eslogan: el empleo registrado total alcanzó máximos en 2022–23 impulsado por categorías no asalariadas (monotributo, etc.). ¿Mezcla peras con manzanas? Sí. Pero también muestra que el problema de fondo no se resuelve con un golpe de providencia legal: la economía bimonetaria, la restricción externa y el costo financiero explican por qué el privado formal crece a trompicones y por qué, cuando cae la actividad, se siente primero ahí.

¿Hace falta modernizar? Claro. Pero conviene hacerlo con bisturí, no con serrucho. Si el objetivo es crear empleo privado registrado, hay que mirar lo que funcionó en el tramo 2021–23 (crédito productivo, obra pública, recomposición de consumo, acuerdos sectoriales) y lo que no funcionó en 2018–19 (apretón monetario, apertura importadora sin red, endeudamiento) y en 2024–25 (ajuste simultáneo sobre demanda y actividad). La reforma que no mira la macro es puro reglamento en una fábrica apagada.

Volvamos al reclamo original para cerrar el círculo. “No se crea empleo formal desde hace diez años” es útil políticamente porque el período iniciado en 2003 fue el ciclo de creación de empleo más virtuoso de la democracia y muestra que hasta los que detestan a Cristina tienen que reconocerlo.

Mientras tanto, una pregunta para el álbum: si “no se crea empleo formal desde 2015”, ¿cuántos empleos netos crearon las gestiones en las que Sturzenegger tuvo silla? Spoiler: o caían o no levantaban cabeza. Para un ministro que promete modernizar el trabajo, el currículum numérico no es precisamente un banner de bienvenida. Pero siempre se puede mejorar: la ley, los datos y la humildad. En ese orden. Tiempo Argentino+1

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Leandro Retta