Los libertarios hicieron stand-up cuatro años con el latiguillo “Alberto prometió asado y la gente comía polenta”. Pero llegó Milei, se apagó el micrófono y aparecieron los datos: en 2023, último de Alberto Fernández, el consumo de carne vacuna rondó los 52,9 kg por habitante, y en 2024 se desplomó a 47,7 kg, el segundo nivel más bajo desde 1914. En 2025 hay un rebote, sí, pero la aguja se mueve en torno a 49,8–50 kg: todavía abajo del último año de Alberto. ¿Y con Cristina? En 2015 se consumieron 58,6 kg de carne vacuna por habitante ¿Quién se come el chiste ahora? ¿Dónde está Manuel Adorni o su hermano sacándose fotos con paquetes de Presto Pronta? (Igual no se preocupen por ellos que con los salarios estatales que tienen pueden seguir comiendo asado 4 veces por semana)

Encima, el “menú de crisis” hizo lo suyo. Relevamientos de consumo muestran que la polenta voló +142% interanual, escoltada por subas en harina y fideos, y un changuito más barato con papa y cebolla a la cabeza. La postal es inequívoca: menos parrilla, más olla. Si el meme era “con Alberto polenta”, el remix 2025 suena a “con Milei polenta… pero más y de segundas o terceras marcas”.
La comparación, entonces, es sencilla como preparar ese noble plato a base de harina de maíz: si comparamos 2023 con 2025 en carne vacuna por cabeza pierde Milei. 2024 fue un sótano histórico; 2025 rebotó pero no volvió al nivel de Alberto. Si medís bienestar “a lo argentino”, con humo saliendo del asador, el indicador estrella sigue en amarillo tirando a rojo.
¿Y la polenta? No es pecado comerla (de hecho es muy rica); el problema es por qué. Cuando sube así, no es moda gourmet: es bolsillo en terapia intensiva. El mismo informe que detecta el +142% de polenta registra más harina y fideos, el tridente de supervivencia cuando el sueldo no llega al día 30. Nadie se indigna por la sémola: nos indigna que sea plan B en lugar del asado prometido.
Con humor, pero sin mentir: la muletilla “Alberto prometía asado y había polenta” envejeció mal. Con Milei, el asado se achicó y la polenta se expandió. Si quieren seguir con el chascarrillo, al menos actualicen el libreto: “prometimos dinamitar el Banco Central y dinamitaron las parrillas”. Datos matan meme.
Moraleja para campañas y sobremesas: no alcanza con abrazarse a la bandera del “libre mercado” si el kilo de asado de tira te mira desde arriba. Hoy, los números muestran menos vaca que en 2023 y una sémola que no para de crecer. Si el Gobierno quiere recuperar el relato del asado, va a necesitar algo más que un hilo de X: salario real, precios acomodados y parrillas encendidas. Lo demás es humo… y no del rico.