Mañana Diputados sesiona con un temario que le pega donde más duele al oficialismo: la oposición buscará convertir en ley la reforma que limita los DNU —que caigan si una sola cámara los rechaza o si pasan 90 días sin tratamiento— y el proyecto que redistribuye el Impuesto a los Combustibles a favor de las provincias, un texto empujado por los 24 gobernadores. Ambas tienen media sanción del Senado y en los bloques opositores descuentan los votos para aprobarlas; faltaría el número de dos tercios para blindarse ante un veto presidencial que Milei ya anticipó.
Además, avanza el paquete de emplazamientos para forzar debates que el oficialismo trabó en comisión, incluida la moción de censura que la oposición impulsa contra Guillermo Francos por no ejecutar partidas de la Emergencia en Discapacidad. En paralelo, se empuja la interpelación a Karina Milei y al ministro de Salud Mario Lugones por el escándalo de ANDIS, no ya en comisión sino ante el pleno. Si esos puntos se votan, el Gobierno sumará otro capítulo incómodo en el recinto.
El telón de fondo es el caso Espert: tras bajarse de la boleta, renunció a la presidencia de Presupuesto. Con eso, pierde fuerza en lo inmediato la moción para removerlo del cargo, pero la oposición igual lo llevará al centro de la escena con pedidos de apartamiento y licencias. La novedad operativa es que el inefable “Bertie” Benegas Lynch quedaría al frente de Presupuesto y que habrá un emplazamiento para poner fecha al dictamen del Presupuesto nacional, después de los zigzags del año pasado. Habrá que ver si «Bertie» tendrá la muñeca que tenía José Luis Espert para evitar que salgan los presupuestos.
¿Habrá lista de oradores por anticipado? En Diputados suele cerrarse en Labor Parlamentaria el mismo día de la sesión y se publica al inicio del debate; hasta ahora no hay nómina oficial difundida. Lo que sí está claro es que, si se discute la remoción en Presupuesto, habrá bancas de UCR, Hacemos, UP y la izquierda con intervenciones duras; y que el oficialismo intentará dilatar o bajar el tono para no regalar otra postal de derrota.
En la calle, la marcha de jubilados ordena el marco simbólico: es difícil hablar de “orden macro” mientras miles de mayores reclaman por masiva pérdida de poder adquisitivo a metros del Palacio. Ya pasó otras veces que la protesta coincidió con sesiones tensas; si vuelve a ocurrir, el Gobierno corre el riesgo de quedar atrapado entre dos fuegos: números adversos en el tablero legislativo y descontento social en las veredas.
Traducción política del día: si salen DNU y Combustibles, el Gobierno colecciona dos nuevas leyes “para vetar” y otra ronda de costo simbólico con Francos, Karina y Lugones bajo foco, más el desgaste permanente del caso Espert. Y con jubilados en la plaza, cada intervención en el recinto se escuchará afuera. Mañana el Congreso juega en pared con la calle.
En resumen, mañana se juegan varias cosas a la vez: si la oposición marca la cancha con los DNU, si las provincias pueden romper el «No hay plata», si los miembros del gabinete pueden ser citados o incluso censurados y si la calle agrega un capítulo de presión en un clima donde cada foto cuenta. Si alguno de esos frentes se le va de las manos al Gobierno, el resultado no será solo parlamentario: será electoral.