El Gobierno llevó a 0% las retenciones de granos y derivados hasta el 31 de octubre o hasta liquidar US$7.000 millones. Eso mejora el precio de exportación neto del productor y empuja los precios internos hacia la paridad de exportación. Traducido: si vender afuera rinde más, el filtro para abastecer el mercado local se espesa y el precio doméstico tiende a subir. Más traducido: si pueden venderlo más caro afuera ¿por qué lo van a vender más barato acá?
En trigo el salto potencial es moderado pero real. Con una alícuota previa baja, llevarla a 0% puede sumar del orden del 5% al precio del grano en el mercado interno. Como la harina es apenas 10–15% del costo del pan, un traslado completo implicaría menos de 1–2% en mostrador. Aun así, panaderías vienen con costos de energía, alquileres y mano de obra en alza, por lo que el ajuste puede ser mayor por arrastre general y no solo por la harina.
En maíz, insumo clave de balanceados, la baja de retenciones a 0% puede añadir del orden del 10% al precio interno del grano. Ese salto pega en pollo, huevos y leche donde el alimento representa entre la mitad y dos tercios del costo en granja. El traslado a góndola no es 1 a 1: llega con rezago (semanas) y amortiguado por competencia y stock, pero presión alcista habrá.
El aceite y productos derivados de soja y girasol son los más sensibles. Al eliminarse retenciones altas en el complejo sojero, la paridad de exportación sube más que en trigo/maíz y eso se siente rápido en aceites comestibles y en la industria alimenticia que los usa como insumo. Si los libertarios no queman otras de sus reglas y no hay acuerdos de “precios cuidados” y con inventarios bajos, el ajuste puede ser visible en días.
También hay efectos de segunda vuelta: fletes, envases, energía y financiamiento ya vienen tensos. Si los granos suben por paridad externa, sube el costo de reposición y se reetiquetan listas. Donde hay poca competencia o alto poder de marca, el pass-through suele ser mayor.
¿Qué lo puede morigerar? El carácter temporal de la medida, el tope de liquidación, stocks ya comprados a precios anteriores y la demanda debilitada (ventas flojas). En ese combo, veremos una mezcla: subas rápidas en aceites, goteo en panificados, y ajustes graduales en proteína animal.
Políticamente, el Gobierno compra dólares hoy a costa de precios mañana. Si la apuesta era calmar el tipo de cambio, el reverso en la mesa va a sentirse. La lupa social se va a posar sobre pan, aceite, pollo y huevos; y, si los dólares vuelven a subir, ese empuje puede acumularse.
En conclusión, el gobierno saca retenciones para que haya dólares y no tengan que devaluar y que haya inflación pero termina produciendo inflación en alimentos, uno de los rubros que más impacta en la canasta, por la misma quita de retenciones.