El verano 2026 promete ser caliente en todos los frentes. El Servicio Meteorológico Nacional ya anticipa temperaturas superiores a las normales para diciembre, enero y febrero en buena parte del país, incluyendo Buenos Aires y el centro del territorio, con hasta un 50 % de probabilidad de calor por encima del promedio histórico. No es solo una metáfora climática: mientras el termómetro sube, el modelo Milei entra en su mes más frágil, con vencimientos de deuda gigantescos, reservas al límite, un FMI que ya sabe que las metas no se cumplieron y la Casa Blanca mandando señales de enojo.
El primer dato que rompe el relato de la “estabilidad” lo cuenta Fernando Alonso en El Destape. El gobierno incumplió dos metas críticas del acuerdo con el FMI y va a tener que pedir dos waivers: uno por no acumular reservas (al contrario, siguió tirando de swaps y préstamos) y otro por financiar al Tesoro con emisión del Banco Central, por unos 7,5 billones de pesos efectivamente monetizados después de la revisión de mitad de año. La próxima misión del Fondo está prevista para la segunda mitad de enero y, todo parece indicar, solo una orden política de Washington puede evitar que el staff marque en rojo el programa de Milei.
Pero antes de que aterricen los técnicos del FMI hay una fecha marcada en rojo en el calendario de Caputo: el 9 de enero. Ese día el gobierno tiene que pagar alrededor de US$ 4.300 millones en Bonos Globales y Bonares, el primero de cuatro grandes vencimientos que suman unos US$ 18.000 millones hasta 2027. El propio Caputo admite que esos dólares no salen de una economía sana, sino de un “mix” de repo con bancos, swap con Estados Unidos, desembolsos del FMI y algo de “ahorro” local. Es decir: más deuda, más condicionamientos externos y ni un solo dólar que vaya a producción o salarios.
Mientras tanto, desde afuera también empiezan a decir en voz alta lo que el gobierno intenta tapar con cadenas de tuits y conferencias de prensa. Un informe de Barclays, uno de los bancos más grandes del mundo, advierte que Argentina no crece, las reservas netas (sin contar al FMI) están peor que con Alberto Fernández y la deuda aumentó. Traducido del lenguaje financiero al cotidiano: el “milagro libertario” se sostiene quemando dólares prestados, sin crecimiento real y con un nivel de endeudamiento que el propio banco califica de “impagable” si las cosas siguen así.
Como si todo eso fuera poco, en la pata política del esquema también hubo cortocircuitos. Scott Bessent, el secretario del Tesoro de Estados Unidos y hombre clave detrás del swap con Washington y el supuesto plan de salvataje de US$ 20.000 millones, canceló su viaje a la Argentina. Lo cuentan, entre otros, iProfesional y otros medios: la visita se cayó después de que Milei decidiera no viajar al sorteo del Mundial 2026 en Washington, gesto que generó “malestar en la Casa Blanca” y dejó en pausa la firma de acuerdos comerciales y financieros. Cuando el programa económico depende tanto del humor voluble de Trump y de la paciencia del Tesoro norteamericano, perder una foto en un palco VIP puede salir muy caro.
Mientras el frente financiero se recalienta, el frente energético mira con preocupación al cielo. Cammesa y la Secretaría de Energía ya vienen advirtiendo desde el verano pasado que, con ola de calor y tarifas “sinceras”, la demanda eléctrica puede romper récords históricos y poner al sistema al borde de los cortes. Para el verano 2025–2026 el pronóstico se repite: más calor, menos lluvias, ríos y represas con menos agua y un esquema donde, si algo falla, la respuesta será importar energía cara con dólares que no se tienen o aplicar cortes rotativos que golpean directo en la vida cotidiana y en la actividad económica.
El Servicio Meteorológico Nacional ya avisó que para el trimestre diciembre 2025–enero/febrero 2026 hay una probabilidad elevada de temperaturas medias por encima del promedio en la provincia de Buenos Aires, Mesopotamia y buena parte del centro del país. No se descartan olas de calor prolongadas, con máximas por encima de los 35 °C varios días seguidos. En ese contexto, un gobierno que llega a enero con reservas al límite, vencimientos gigantes y un FMI en modo auditor difícilmente pueda darse el lujo de subsidiar generosamente la energía para atravesar el pico de demanda sin consecuencias.
El combo es evidente: un enero con sensación térmica de default. Por un lado, el pago del 9 de enero se vuelve el examen de ingreso a la segunda mitad del mandato de Milei; si lo aprueba, es gracias a dólares prestados a tasas altísimas y a un mayor sometimiento al Fondo y al Tesoro estadounidense. Por otro lado, la revisión del FMI a fines de mes expondrá que el gobierno no acumuló reservas, siguió emitiendo para tapar agujeros fiscales y necesita que Trump levante el pulgar para seguir recibiendo desembolsos.
Mientras tanto, puertas adentro, los argentinos entran al verano con salarios reales en caída, tarifas dolarizadas y la amenaza de cortes de luz justo cuando más se necesita el aire acondicionado. Si el plan es aguantar “estoicismo libertario” con 40 grados a la sombra, es probable que el termómetro social también empiece a marcar fiebre y que Javier Milei tenga que sacarse alguna campera para no morir deshidratado.
El gobierno vendió un 2026 de “normalidad”, “fin de la inflación” y “retorno a los mercados”. Pero lo que muestran los datos es otra cosa: un país más endeudado, con reservas más flacas que antes, con el FMI escribiendo los renglones finos del ajuste y con Estados Unidos enviando mensajes poco amistosos justo cuando se negocia el mega swap y los supuestos salvatajes.
Por eso, “enero caliente” no es solo un título marketinero. Es una advertencia: si en el mismo mes confluyen un vencimiento de US$ 4.300 millones, una doble violación de metas con el FMI, un informe lapidario de Barclays y un verano más caluroso de lo normal con riesgo de cortes de luz, la pregunta no es si va a haber tensión. La pregunta es cuánta presión puede soportar el relato del “milagro libertario” antes de empezar a derretirse.

