El hilo que arranca en Buenos Aires y termina en Washington ya tiene nombres propios. La diputada por Unión por la Patria Julia Strada presentó un pedido de informes al presidente del BCRA, Santiago Bausili, para que explique el “swap” de USD 20.000 millones con el Tesoro de EE.UU. y, en paralelo, envió a interlocutores demócratas un dossier con alertas macro: costos, condicionalidades y el atajo de haber anunciado el paquete por TV y en inglés, a espaldas del Congreso. La novedad no viene en rumor: el trámite formal en Diputados y el canal político con demócratas ya le hicieron llegar la presión a Scott Bessent desde el Capitolio.
Del lado de la pizarra, el Gobierno agitó la bandera del “no rescate”. Bessent oficializó el acuerdo y lo definió como “un puente hacia un futuro mejor”, con una frase que se volvió titular mundial: “no queremos otro Estado fallido en América Latina”. Infobae detalló el esquema y el BCRA publicó su parte formal. El puente existe, los botes salvavidas los paga Washington y en Diputados preguntan cuánto cuesta el peaje.
¿Qué encendió a los demócratas? TN y otros medios cuentan que legisladores opositores en EE.UU. pidieron a Bessent transparencia total: quién pone los dólares, con qué garantías y bajo qué reglas. En borradores y cartas que circularon en comités, se cuestiona que el Fondo de Estabilización Cambiaria se use para estabilizar la moneda de un tercero, con timing electoral argentino en la nuca. No lo dice Julia Strada: lo dicen ellos.
Strada, por su parte, hilvanó el caso “versión argentina”: pedido de informes a Bausili por el swap, condiciones de acceso, activación por tramos, eventuales repos y si habrá compras de pesos y de bonos con intermediarios en la plaza. En X, fue quirúrgica al contestar un punto sensible: “Bessent dice que no se basa en cancelar el swap con China”, desmintiendo el relato de que el acuerdo implicaba cortar Beijing (que pasó a ser nuestro principal socio comercial por encima de Brasil) para abrazar Washington. La geopolítica argentina es un triángulo amoroso y nosotros miramos desde el pasillo.
En el medio, Milei y Caputo venden el paquete como diplomacia premium. Pero el calendario los traiciona: a seis días de votar y con tres jornadas bursátiles en el medio, el swap se firma, se aclara que “no es rescate” y se promete una pata privada adicional que todavía no está. La letra chica de activación venía avisando que buscaban sellarlo antes de los comicios. El gobierno rezá para que llegue.
La contraofensiva oficial subió el volumen. La Tercera entrevistó a Milei, que desestimó críticas locales: “eso es una mentira del kirchnerismo”. Mientras tanto, el Banco Central insiste en que el programa “refuerza reservas” (ayer vendió 45 millones) y “ordena expectativas”. El problema, dice el memo de Strada, es que ordenar expectativas con plata ajena sin pasar por el Congreso es como blanquear una pared con marcador: te dura una lluvia.
¿Exageración opositora? Veamos la orilla de enfrente. Varias fuentes coinciden en que hubo cartas y pedidos de suspensión o revisión del swap por parte de legisladores demócratas. A su vez, describen el dispositivo inédito: swap + compras de pesos + eventual repo privado. Es decir, no es sólo un paper de Strada: hay ruido en Washington porque el paquete luce demasiado político para la semana electoral de un aliado.
El oficialismo jura que el swap “no es rescate”, pero viaja en ambulancia con sirena y GPS al Congreso de EE.UU. Del lado local, Bausili debe explicar qué se firmó, cómo se activa, qué se pone en garantía y quién supervisa. Del lado demócrata, preguntan por qué el contribuyente yanqui financia la fallida pax cambiaria de un gobierno amigo en la semana de su elección. ¿Puente? Sí. ¿Peaje? También.
En síntesis, Julia Strada abrió expediente en Diputados y encendió faroles en la bancada demócrata con un informe que cuestiona la opacidad y el encuadre legal del swap. Bessent respondió con teología de estabilización (“puente, no rescate”), el BCRA puso la rúbrica y los legisladores de EE.UU. piden la letra chica antes de que el puente se use como autopista electoral. Si el swap era para calmar los mercados, logró un efecto colateral: levantó el Congreso… pero el de allá.