o dieron por “interrumpido” hasta que dejó de latir. El histórico tren Constitución–Bahía Blanca que fue interrumpido temporalmente por Alberto Fernández no vuelve: cerraron la Estación Sud, despidieron a su dotación y quedó bajo custodia de la Federal. En los papeles, el sitio oficial sigue diciendo “servicio interrumpido”; en la vida real, estación vacía más 17 despidos significa ramal clausurado. Otra línea menos.
La postal se completa con el marcador general: ya son 12 los trenes de pasajeros suspendidos o dados de baja desde 2024 a hoy, entre largos y regionales (Mendoza, San Luis, Pinamar, Córdoba, Tucumán, Rosario–Cañada de Gómez, La Banda–Fernández, Pehuajó, el expreso a Rosario, etc.). No lo dice la nostalgia, lo cuentan los relevos y listados publicados estos días. El “ferrocidio” viene por goteo pero viene.
¿Y Bahía? Ah, Bahía… El Gobierno la trata increíblemente mal para los votos que sacan. Primero fue el veto a la Ley de Emergencia votada por el Congreso para reconstruir tras las inundaciones: se anuló un fondo especial. Después vino el recorte del propio fondo presidencial: de $200.000 millones a $100.000 millones, a semanas de la elección. “Shock de confianza”, le dicen.
La frutilla amarga es el estilo. Cuando la ciudad quedó devastada por el temporal más feroz en décadas, el Presidente pasó, saludó y dejó de recuerdo la frase motivacional “Ustedes lo van a resolver”. Bahía 0 – Coaching 1. El drama fue serio (al menos 16 víctimas y miles de evacuados), pero la ayuda, en cuotas.
De paso, metieron la cuchara en el tablero energético y dinamitaron la mayor inversión industrial que podía anclar el futuro del puerto (el GNL con Petronas/YPF). El gobierno bonaerense apuntó directo: “por culpa de Milei se perdió la mayor inversión de la historia”. El resto es geografía de powerpoints: versiones cruzadas, RIGI por acá, mudanza a Río Negro por allá… y Bahía mirando cómo el barco que daba por seguro zarpaba lejos de Argentina.
Volvamos al tren y al territorio, Estación Sud cerrada, personal afuera, custodia policial adentro y un rosario de notas locales documentando el cierre. Si eso no es “no vuelve”, pega en el palo.
Con Bahía el desdén ya es género literario.
“Pero son decisiones técnicas”, dirán. Técnicas como borrar Pinamar por “seguridad operacional” luego de años sin siniestros; técnicas como suspender Córdoba y Tucumán “por tiempo indeterminado”; técnicas como convertir el mapa ferroviario en una app beta que nunca sale de prueba. Si la técnica es achicar, la política es admitirlo.
Lo tragicómico es que la épica libertaria prometía “unir a los argentinos”. Unió, sí: unió suspensiones, unió vetos y unió recortes. En Bahía, lo único que corre a horario es la paciencia. El resto —trenes, cheques y proyectos nacionales— llega tarde, mal o nunca.