Tractorazo que se pueden venir por gobierno de milei

Ya se pelearon con Clarín: ¿se viene la 125 contra Milei y Caputo?

La secuencia fue tan corta como incendiaria: el Gobierno abrió una ventana de “retenciones 0” a granos y subproductos con plazo hasta el 31 de octubre o hasta agotar un cupo de USD 7.000 millones. Duró 48/72 horas: un puñado de grandes exportadores liquidó fuerte, el BCRA compró algo de oxígeno (2 días)… y chau, se cerró. Los productores quedaron mirando desde afuera: muchos no llegaron a vender y sienten que la fiesta fue para otros. El argumento oficial de “ahora podrán liquidar a mejor precio” no calmó a nadie. Tampoco la cucarda que se quisieron poner de bajar impuestos.

El saldo fiscal fue inmediato: la recaudación cayó 10% real en septiembre por la quita temporal del impuesto a la exportación y con esta desaparición, Caputo necesita recortar y fuerte, porque la opción de generar divisas genuinas no está en su manual. Fue un shock de caja para el Estado y un misil a la credibilidad del “déficit cero” que el Gobierno usa como mantra. Ahí nació el nuevo frente: si el Tesoro pierde ingresos y el productor chico/mediano no vio el beneficio, ¿quién ganó? La lectura dominante en el interior es que se benefició la exportación concentrada, no el chacarero.

El campo, además, percibe “trampa”: cuando el flujo extra de dólares se apagó, el Gobierno reinstaló el cepo cruzado (90 días sin MEP/CCL para quien compra oficial) que muchos productores usaban, reforzando la sensación de parches y volatilidad. Para el productor, eso es sinónimo de precios erráticos, costos financieros altos y cero previsibilidad en plena campaña.

Con ese caldo, vuelven los tractorazos como el de la foto destacada de esta nota. LPO documentó la convocatoria y —ojo a las fotos— los carteles: “Somos productores, no esclavos del saqueo”. Esa estética de protesta rural, con pick-ups, tractores y banderas, remite a 2008: identidad agraria herida, sensación de expolio y un enemigo claro en el discurso. Hoy el adversario ya no es un gobierno K: es Milei–Caputo, acusados de “jugar” con el impuesto más sensible del comercio exterior para hacer caja de corto plazo.

Estas convocatorias que son sólo algunas de las que hay en el interior, incluyen ciudades de la Sexta Sección electoral como Pigüé o Salliqueló, con dos situaciones opuestas. Mientrás que Fuerza Patria arrasó en Salliqueló en el 7S. En cambio Pigüé y todo el partido de Saavedra se pintaron de violetas. Evidentemente la bronca viene por todos lados.

¿Hay condiciones para una “125” versión 2025? Varias casillas se tildan solas: narrativa de saqueo, pérdida de ingresos esperados, sensación de trato preferencial a grandes jugadores y una economía que presiona por todos lados (tasas, dólar, brecha). Si la protesta se federaliza —rotondas, rutas, asambleas— y aparece un liderazgo gremial–territorial que condense el malestar, el conflicto escala. La diferencia con 2008 es que la coalición opositora está más fragmentada; pero la ira rural puede ordenarse sola cuando el bolsillo arde y la foto comunica.

El Gobierno ya ensayó el libreto defensivo (“no hay plata”, “mejor precio a futuro”), pero corre de atrás: cerró la ventanita cuando apenas entraban los que podían entrar. En paralelo, la pelea mediática con socios históricos del agro —columnas y tapas críticas, hilos de WhatsApp con bronca— le quita respaldo donde más lo necesita: en las bases productivas que lo votaron en 2023. Sumale los nuevos cepos y el mensaje se resume en una palabra que el productor detesta: improvisación.

Si el Ejecutivo insiste en “apretar y soltar” retenciones según la urgencia de dólares, lo más probable es que la protesta suba de tono y se politice. En 2008, el punto de no retorno fue la percepción de confiscación; hoy, el gatillo es la percepción de juego para pocos. El combustible ya está: convocatorias a tractorazo en el interior y consignas que prenden en redes.

Para pero, el truco fiscal no salió gratis. Por la “retención 0”, la recaudación se hundió 10% real en el mes —otro tiro en el pie del déficit cero—, mientras el malhumor del campo solo crece. La 125 2.0, no necesita un voto en el Senado: le alcanza con tracción en la alcantarilla de la política, donde un tractor y una foto aérea valen más que un PDF de un Ministerio sin palabra.