La Global Sumud Flotilla ya no navega: fue interceptada por la marina israelí en alta mar y la mayoría de sus integrantes fue derivada a Ashdod y prisiones del Negev para trámites de expulsión. Entre los detenidos está la legisladora porteña Celeste Fierro (FIT-U), que alcanzó a filmar el inicio del abordaje (“Phones in the water, please”) antes de que les ordenaran arrojar los teléfonos. Parte de la delegación internacional ya fue deportada; otros continúan detenidos a la espera de salida.
Lo confirmado hoy: Greta Thunberg fue expulsada junto con otros 170 activistas hacia Grecia y Eslovaquia y fue recibida por una multitud en Atenas. Reuters y AP reportan que alrededor de 150 participantes siguen presos y que abogados y ONG denuncian malos tratos durante el arresto y la detención; Israel lo niega y dice que “se respetaron los derechos legales”.
¿Y los latinoamericanos de la Flotilla Global Sumud? Entre los nombrados públicamente figuran la propia Fierro, Ezequiel Peressini (Izquierda Socialista-FIT-U) y y Carlos Bértola, además del periodista brasileño Bruno Gilga (Esquerda Diário). Organizaciones y referentes de izquierda reclaman asistencia consular y la deportación inmediata sin causas penales. Hasta aquí, el patrón que muestran los cables es deportación acelerada para parte de los extranjeros y detención temporal para el resto.
Sobre el trato a los detenidos, los relatos que compilan Reuters y AP hablan de condiciones inhumanas, golpes, privación de sueño, falta de medicación, vendas en los ojos, y de huelgas de hambre. La versión oficial israelí es la contraria: “mentiras descaradas” y respeto a estándares legales.
En ese marco, la pregunta local sigue siendo diplomática: ¿qué hace la Cancillería argentina por Cele Fierro y el resto de los nacionales? Lo esperable de un país no libertario, y lo que comunican varias cancillerías europeas para sus ciudadanos, es gestión para verificación de paradero, condiciones de detención y salida lo más rápida posible, sin pronunciamientos que entorpezcan las deportaciones. Los próximos partes oficiales deberían aclarar el cronograma de expulsiones y si aún quedan argentinos bajo custodia.
Dato de contexto que ordena la narrativa: Israel califica a la flotilla de “provocación” y sostiene que el bloqueo naval es legal; los activistas responden que su misión fue humanitaria y que la intercepción se produjo en aguas internacionales. El choque no es solo jurídico; es político y comunicacional. Por ahora, los hechos duros son intercepción, deportaciones en curso y denuncias de maltrato con negación oficial. Lo demás, incluida la eficacia de la supuesta presión diplomática argentina, se definirá en horas y días.