Turco Asís Israel Malvinas y el error de Milei internacional

Jorge “El Turco” Asís: “La clara línea pro-Trump y pro-Netanyahu no es redituable”

Jorge Asís plantea que el alineamiento pleno del gobierno de Milei con Estados Unidos e Israel desborda la tradición diplomática argentina y condiciona la causa Malvinas. Sostiene que, al sobreactuar esa “venerable línea política”, el oficialismo adopta sin matices la “causa cultural de Israel”, aun cuando eso “condiciona en clave de riesgo la resonancia moral” del reclamo argentino en foros donde se define la disputa por las islas. Artículo completo.

Según Asís, Milei —a quien describe irónicamente como “Panelista de Intratables”— rechaza la idea de reconocer al Estado palestino justo cuando potencias como Francia, Reino Unido o Australia evalúan hacerlo en la ONU. Y recuerda que es en la ONU donde Argentina “tramita la legítima soberanía” sobre Malvinas: si Buenos Aires queda aislada frente al tema Palestina, podría erosionar apoyos indispensables para la causa atlántica.

El texto intercala la catástrofe humanitaria en Gaza —muertes, destrucción, hambre— con la argumentación política. Asís remarca que en capitales del mundo crecen las marchas pro-Palestina y que, frente a ese clima, el gobierno israelí niega de plano la acusación de genocidio. En ese marco, advierte, la adhesión sin matices de Milei no solo es moralmente problemática: también es tácticamente torpe para los intereses permanentes de Argentina.

Sobre Hamas, Asís lo describe como un “movimiento de resistencia impresentable” que termina siendo funcional a la extrema derecha religiosa de Israel porque no reconoce la existencia misma del Estado israelí ni la solución de “dos Estados”. Aun así, afirma que el Mossad subestimó a Hamas y fue “dormido” antes del 7 de octubre, lo que expone fallas de inteligencia previas al ataque.

El relato de Asís del 7-O es brutal: una masacre que dejó alrededor de 1.200 muertos y unos 200 rehenes, con el dato político del alto valor de canje de los cautivos israelíes frente a los palestinos (cita el caso Gilad Shalit). Ese “souk del horror” sirve para subrayar la lógica utilitaria que atraviesa a los actores y la espiral de violencia sin horizonte político.

En clave argentina, el autor habla de un “sótano geopolítico” donde Milei reafirma mudanza de la embajada a Jerusalén y encuadre pro-Trump/pro-Netanyahu, pese a que “los americanos del norte conviven con solidaridades teatrales con Palestina”. Para Asís, esa sobreactuación no suma votos en el concierto internacional cuando Argentina necesita respaldos de países no alineados y del Grupo de los 77.

De allí su textual más punzante: “La clara línea pro-Trump y pro-Netanyahu no es redituable ya para solicitar el apoyo electoral a los países ‘no alineados’”. La advertencia incluye a ámbitos como GRULAC y el G-77, espacios donde el reconocimiento del Estado palestino gana tracción y donde la narrativa de autodeterminación —que Argentina invoca para Malvinas— encuentra ecos que podrían volverse en contra si Buenos Aires desoye esa corriente.

Asís también señala el coste doméstico del encuadre oficial: profundiza la grieta simbólica y obliga al gobierno a defender posiciones internacionales impopulares en grandes ciudades occidentales, con campus universitarios y calles llenas pidiendo cese del fuego. Esa tensión, dice, no la exige Washington: es una sobreadaptación ideológica de la Casa Rosada.

Conclusión del autor de Flores Robadas en los jardines de Quilmes: el vínculo acrítico con la dupla Washington-Jerusalén debilita la diplomacia de objetivos permanentes de la Argentina. En su lectura, si el mundo camina hacia reconocer a Palestina, atarse a la minoría ruidosa puede dejar a Buenos Aires sin el colchón de apoyos que necesita para Malvinas. Por eso el giro pro-Israel de Milei no solo es un gesto cultural: es un cálculo geopolítico errado.