Los farmers norteamericanos contra el rescate de Scott Bessent

“Milei es un fraude”: republicanos y la base de Trump se rebelan contra la ayuda a Argentina

El respaldo de Trump a Javier Milei que hasta ahora fue sólo un tuit impreso, promesas para después de las elecciones y un raid de Scott Bessent apoyando al gobierno libertario, calmó unos días a los mercados… y encendió un incendio político en EEUU. Republicanos del agro, senadores influyentes y bases trumpistas salieron a cruzar la idea de poner dólares del contribuyente para salvar a la Argentina en plena campaña. En Washington, el paquete ya no se discute solo como “geopolítica”: se percibe como costo partidario en plena temporada electoral.

Ya no son sólo demócratas. La señal más ruidosa llegó del corazón granjero. Desde Kentucky y el cinturón sojero, productores y organizaciones advirtieron que apoyar a Milei mientras Argentina pisa el acelerador exportador “pega a los farmers de EE.UU.”. En notas y cables agrarios se repiten frases como “la frustración es abrumadora” y “es un trago amargo para los sojeros”, con legisladores republicanos de estados productores marcando que el plan debilita a su propia base.

La incomodidad trepó al Capitolio. Chuck Grassley, referente republicano y voz histórica del agro, ya venía señalando tensiones por el frente argentino; y medios de Washington registran que dirigentes GOP critican que, mientras se habla de swap y compras de deuda para Buenos Aires, los farmers locales ven caer precios y piden alivio. La Casa Blanca respondió con una promesa de manual: si hace falta, habrá bailout para granjeros financiado con tarifas, como en 2018–19. O sea, un parche para contener el enojo que generó… otro parche.

La línea partidaria tampoco está alineada: hay republicanos pro-vinculación con Argentina que venden el apoyo como dique a China y tablero hemisférico, y hay conservadores fiscales que ven un déjà vu de rescates riesgosos con poca letra chica y mucho oportunismo electoral. La cobertura nacional lo sintetiza sin romanticismo: “apoyo” sí, bailout no; y si hay plata, que sea condicionada hasta el último centavo.

Mientras tanto, en la base trumpista el humor oscila entre la burla y el fastidio. El frame “¿nuestros impuestos para salvar a un presidente extranjero… en campaña?” prende rápido en talk radios y cuentas de derecha. La foto sonriente con el tuit impreso gustó; la idea de pagar por esa sonrisa, no tanto. En paralelo, la prensa política anota que la “estrella” de Milei se apaga en Washington a medida que crece la oposición interna al salvataje y que se acumulan dudas sobre su eficacia.

En el medio, el agro republicano pone datos sobre la mesa: si EE.UU. pone un backstop financiero que abarata el fondeo argentino y al mismo tiempo Buenos Aires incentiva liquidaciones y exporta más soja y derivados, el golpe relativo lo sufren Iowa, Dakota, Kentucky y compañía. Traducción MAGA-friendly: America Last. Por eso la frase que más se escucha del lado rojo es “don’t bail out Argentina”.

Todo esto se cocina con un telón de fondo que no ayuda al relato libertario: derrotas electorales en Buenos Aires, riesgo país que hace tirabuzones y una economía sin estabilizador claro. En ese combo, hasta aliados de Trump advierten que atarse a Milei puede ser mala política doméstica. Aquí calza el resumen cruel que corre por pasillos: “Milei es como el Rey Midas pero al revés: todo lo que toca lo hace mierda.”

Balance: sí, hubo foto, hubo twitters hubo bendición y hubo promesas. Pero la ayuda real enfrenta una muralla de resistencia republicana (farmers y halcones fiscales) y de riesgos electorales para Trump. Si el apoyo termina reducido a gestos y líneas “por si acaso”, no será por falta de entusiasmo en Buenos Aires, sino porque en Estados Unidos la factura política de salvar a Milei no cierra.